"El futuro de los niños siempre es hoy. Mañana será tarde." -Gabriela Mistral.
Hoy más que nunca la función de los padres es esencial para ayudar a que los hijos adquieran valores, claridad y fortaleza en sus convicciones. Los tiempos posmodernos proponen que se escuchen muchas voces sin distinguir cuál es la verdad, y entre tantas opiniones los niños fácilmente se confunden. El trabajo de la familia está en filtrar los mensajes, explicando constantemente a los hijos cuáles pueden tener falsedades por intereses comerciales e ideológicos de quién los manda. Al compartir con ellos sus interpretaciones y experiencias, fomentamos que sean críticos y orientamos su atención hacia lo que vale la pena. Esta época también enfatiza los derechos de todos, a salir, marchar, desfilar y manifestarse, pero minimiza nuestro respeto por las autoridades y el reconocer nuestra responsabilidad personal. Los padres como testigo inmediatos del actuar de nuestros hijos, tenemos que retroalimentarles con justicia, ayudándoles a que tomen conciencia de sus errores y se hagan cargo de corregirlos. Así les sugerimos que vayan conociendo mejor su temperamento, qué se les facilita y dificulta de manera natural, para que vayan formando un carácter justo y compasivo, aunque firme en sus convicciones, y les ayudamos a que vayan ganando las pequeñas batallas privadas del autocontrol. Brindarlos contra la superficialidad, las recompensas sin esfuerzo y el pensamiento débil requiere estar muy presente y compartir con ellos sus momentos y experiencias.